Esta jornada, festiva de nuestro calendario, estaba reservada desde antaño para recordar a nuestros familiares y amigos que habían fallecido, homenajeándoles con las tradicionales visitas a cementerios, cargados de flores, recuerdos y pensamientos nostálgicos. De unos años a esta parte sin embargo esta tradición se ha visto desplazada por otra costumbre estadounidense, como es el día de Halloween.
No hay nada malo en que la gente deambule por los bares y discotecas haciendo de zombies -aunque más de uno lo suele hacer todos los fines de semana-; lo que es criticable es olvidar nuestra identidad y tradición. Como dijo Becker, "Dios mío, qué sólos se quedan los muertos".
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